Tradu Panza era pequeño, peludo, joven; tan curioso en los temas de idiomas que se diría todo un traductor. También tenía amigos, unos más pequeños, peludos y jóvenes que otros, y tenían la mala costumbre de hacer viajecitos juntos, a modo "tradupanda", para conocer mundo. Se habían conocido en la Autónoma, la universidad en la que estudiaban para convertirse en traductores de éxito con una casa de verano en las Bahamas y un apartamento en la Castellana.
El caso es que ese año, Tradu Panza pasaba sus días en la fría y oscura Sunderland, al norte de Reino Unido, cuando sus antiguos colegas de la universidad y amigos decidieron hacer uno de esos viajes. Maleta en mano, partieron todos el mismo día y cada uno desde su lugar de residencia rumbo a... ¡Ámsterdam!
Muy felices pasaron sus días allí, disfrutando a la vez de un viaje cultural y de ocio fiestero, pero no son ni uno ni otro el tema que nos ocupa. Más bien, de lo que queremos hablar es de lo revelador que resultó ese viaje para nuestro amigo Tradu Panza, que hasta entonces se había considerado una persona normal. Esa visión de sí mismo cambió por completo durante esas minivacaciones y todo se debió al simple hecho de que, junto con la "tradupanda", iban un par de amigos cuyas ocupaciones profesionales nada tenían que ver con diccionarios y archivos TMX.
El desencadenante del funesto incidente que marcó a nuestro héroe fueron las muchas y muy variadas situaciones que, a lo largo de todo el viaje, dieron lugar al intercambio de comentarios lingüísticos entre los miembros de la "tradupanda":
1. Traducción de todos y cada uno de los carteles que se cruzaban por el camino.
2. Intento de traducción de los menús de los restaurantes en holandés, basándose en las lenguas que cada uno conocía.
3. Preguntas del tipo: ¿Que querrá decir la palabra X?
4. Respuestas del tipo: la palabra holandesa X se parece a la palabra inglesa Y, y también tiene algo de la alemana XY, por lo que X debe de significar, lógicamente, Z.
5. Intento de pronunciación (en la mayoría de los casos seguro que con un porcentaje de acierto menor del 50%) de tooooodas las palabras que a ojos y oídos de un traductor sonaban "cool".
6. Chistes lingüísticos basados en parecidos de unas palabras con otras... ¡y que inexplicablemente solo hacían gracia a los traductores!
Y un largo etcétera.
Tras la repetición indiscriminada por parte de la "tradupanda" de todos esos comentarios, el chico ajeno al mundo traductoril no tuvo más remedio que desahogarse y anunciar en voz alta lo que en realidad estaba pensando...
"¡Sois todos unos frikis de las lenguas!"
Esto cayó como un jarro de agua fría sobre Tradu Panza... ¿Un friki de las lenguas? ¿Él? En una milésima de segundo, su vida había cambiado por completo, había descubierto su frikez y eso lo aterraba. Ya nunca más podría considerarse una persona normal...
¿Y tú, querido lector? ¿También llevas a un friki traductor dentro? ¿Qué tipo de rarezas te diferencian del resto de los mortales según tus amigos? ¡Quien sea un friki traductor que levante la mano! :-)
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