miércoles, 25 de julio de 2012

Don Localizote y sus manías II: ortografía y puntuación

Hace unas semanas hablamos de una de las manías de Don Localizote a la hora de corregir traducciones ajenas. ¿Pensabas que ahí había acabado todo? Ni por asomo, querido lector. Don Localizote es un detallista empedernido y tiquismiquis donde los haya, y se ha propuesto contarnos todos y cada uno de los errores que pudo descubrir en su ejercicio de corrector. ¿Quieres saber cuál es el siguiente? Pues solo tienes que seguir leyendo...

El pelo perdía y también los nervios al ver la cantidad ingente de documentos que le esperaban en la carpeta de corrección. No podía creer que tantos traductores hubieran respondido a la llamada en el portal "traductordelamancha.com". Era a él nada más al que le tocaba, como traductor en plantilla, corregir todas las pruebas y ofrecer su veredicto.

Entre rato y rato en su labor de traductor, se ponía con aquellas páginas, las leía y valoraba la expresión, el estilo, el vocabulario... y también otros aspectos a menudo más descuidados pero que, a su juicio, eran tan importantes como el que más. Uno de los más desmerecidos resultaba ser el de la puntuación y la ortografía, hasta el punto de que llegó a pensar que algunos traductores aplicaban la regla del todo vale a la hora de repartir los puntos y las mayúsculas.

Don Localizote, convencido de que un texto debe ser legible y ha de presentar la información de forma clara, tiene claro que el buen uso de los signos de puntuación y una correcta ortografía son, para ello, imprescindibles. Si no, la gente, no, se, entera, de nada; porqué? todo: esta, echó un (lío). 

Hay, asimismo, ciertos signos de puntuación y reglas ortográficas cuyo uso difiere radicalmente entre el inglés o alemán y el español. Don Localizote ha tenido en este día la gentileza de elaborarnos una pequeña lista de los errores que pudo encontrar para que yo, su simple y humilde voz, y vosotros, los lectores, los tengamos siempre en cuenta a la hora de presentar una prueba de traducción a un posible cliente.


Los signos de exclamación e interrogación en español van en pareja. Sí, es el único idioma en el que pasa. Sí, muchas veces en chats, foros, emails y demás se obvian para escribir más rápido. Y sí, se supone que los textos en un juego deben ser "desenfadados", "juveniles" o "como-se-quieran-llamar"... Pero lo que también es cierto es que los textos tienen que ser correctos. Una traducción con menos signos de puntuación no es más moderna, juvenil o divertida, sino que es, simple y llanamente, incorrecta.


Los puntos suspensivos en alemán llevan un espacio delante... pero no en español. Antes de entregar nuestras pruebas de traducción, lo ideal es que comprobemos que no nos hayamos olvidado de eliminar dicho espacio.


No debemos tampoco olvidarnos de poner los puntos al final de un párrafo ni descuidarnos y poner dos, que para Don Localizote son multitud...


No debemos poner mayúsculas gratuitas. Hay que tener en cuenta que en alemán todos los sustantivos se escriben en mayúsculas y que en inglés a veces se hace un uso mayor de ellas que en español. Si en nuestro idioma, en ese determinado caso, no se requiere una mayúscula, no debemos ponerla. El uso de las mayúsculas debe siempre, por tanto, estar justificado.


Los prefijos en español se escriben, por lo general, pegados al nombre al que modifican, sin espacios ni guiones. Hay un par de excepciones que puedes ver si haces clic en el enlace del título. :-)


Algo en lo que ha insistido vehementemente Don Localizote es que debemos leer y repasar varias veces el texto y mirar cada palabra con lupa. Todos conocemos las reglas de acentuación, pero los lapsus nos pueden jugar una mala pasada en una prueba de traducción, así que procuremos que las tildes estén donde tienen que estar y que no falte ninguna.


En inglés son muy comunes y en alemán también, pero no tanto en español. Para hacer aclaraciones son incorrectos, pues en español se utiliza la raya, aunque para ello, según Don Localizote, viene mucho mejor la coma o el paréntesis. Por otro lado, el guion en inglés se utiliza muchas veces como elemento sustiturio de los puntos suspensivos, función de la que dicho signo carece en español. También ha hecho un gran hincapié Don Localizote en que debemos prestar mucha atención a los guiones y, ante la duda, buscar otra alternativa. ¡Nuestro hidalgo los odia a muerte!


Don Localizote terminó la corrección de las pruebas con un sudor frío recorriéndole la frente. Exhausto estaba de tener que prestar tanta atención. ¡Tantas traducciones del mismo texto habían podido con él! Se sentía ahogado, enterrado... Digamos que, entre nosotros, debería tomarse estas cosas mucho menos en serio... :-P

sábado, 14 de julio de 2012

Don Localizote y Calcorín

Tras un duro y espantoso día de trabajo, se hallaba Don Localizote sumergido en ese inmenso océano que es Internet en busca de algo de información con la que saciar su curiosa mente. No había sido un día fácil, corriendo contra el reloj de arena y batallando cual caballero andante contra la malvada sintaxis alemana. Cansancio y tedio es lo que en ese momento sentía, y se propuso alegrarse el resto de la tarde leyendo algo más ameno y desenfadado. Navegaba de página a página, casi sin darse cuenta del tiempo que transcurría e ignorando la oscuridad con la que, poco a poco, el ocaso iba cubriendo la ciudad.

De repente, se topó con una página que llamó mucho su atención. Con colores chillones y letras pomposas, un compañero de fatigas, valiente traductor, anunciaba sus servicios. Intrigado, se dispuso a leer, pues la inspiración para sus propios escritos, cual dios juguetón, se escondía en cualquier parte. Leyó lo siguiente: 

Traducciones "A la Carta"
¿Es usted de los que aplican a los trabajos? ¿Está el suelo de su casa lleno de carpetas?
Venga, díctenos su traducción y nosotros se la escribimos.
¡Satisfacción 100% garantizada!
-¡Pardiez! -exclamó nuestro honrado hidalgo-. ¡Cómo osa semejante mentecato anunciar tal mancillación a su profesión! ¡El honor de un traductor está por encima de todo!

Echo una furia, siguió ojeando la detestable web para ver si encontraba el modo de contactar con aquel necio y poder ponerle así los puntos sobre las íes. Con asombro, pudo constatar que el autor de semejante sinvergonzonería vivía en su misma ciudad y, por suerte, no muy lejos de él. ¡Aquello había que aclararlo en persona!

Raudo, tomó su capa de lona, se puso una bacía por sombrero y salió a la calle rezumando furia. No mucho tiempo después logró Don Localizote alcanzar su punto de destino, una morada humilde donde aquel ruin trujamán al parecer habitaba. Aún encolerizado, llamó a la puerta empeñando tanto los nudillos que creyó dejárselos en carne viva.

Pasaron dos minutos y nadie acudía a la llamada, mientras él, segundo a segundo, se impacientaba cada vez más. Llamó dos, tres y hasta cuatro veces, y cuando ya lo iba a dar todo por perdido. La puerta se entreabrió mostrando un tenue brillo de luz mortecina en el interior.

Reuniendo todo su coraje y sin pensar en lo que podría llegar a encontrarse, Don Localizote entró a tientas siguiendo el halo de claridad. Tropezando una y otra vez, consiguió llegar hasta el lugar de donde procedía la luz.



Allí, frente a un ordenador con Windows 98, creyó ver una silueta, de por sí tan enjuta y con un aspecto tan desaliñado que creyó que había salido del mismo infierno. Aquel hombre, sin percatarse de la presencia de Don Localizote, tecleaba enérgicamente las teclas y movía, como hipnotizado, el ratón de un lado a otro.

Don Localizote, con pasitos cortos y recelosos, avanzó hasta encontrarse justo tras la espalda de aquel señor. Sin saber muy bien qué hacer, se decidió por darle un tímido golpecito en el hombro para llamar su atención.

De repente, como un rayo, aquel personaje se dio la vuelta y fijó unos temerosos y agotados ojos en la cara de nuestro hidalgo, el cual, sorprendido, se retiró dos pasos casi sin darse cuenta.

-¿Qué hace usted aquí? -dijo el extraño con voz cansada-. ¡No tengo tiempo para visitas! ¡He de terminar la traducción de esta receta de cocina antes de media hora y aún me quedan 1500 palabras!

-Soy Don Localizote y vengo para hacerle ver a Vuesa Merced lo inapropiado del anuncio que ha colgado en su web, pues mancilla el honor y el nombre de cualquier traductor con tan solo verlo. -dijo resoluto Don Localizote.

Ahí es cuando empezaron las lágrimas. Aquel pobre traductor, que hasta entonces lo único que había mostrado era una actitud histérica, se convirtió de repente en una simple plañidera y explicó a Don Localizote entre sollozos...

-¡No me hable usted así, buen hombre! Me llamo Calcorín Colorado, y no tengo más remedio que aceptar lo que me llega y poner lo que mis amos me ordenan, o de lo contrario no me pagan. Al principio, intenté resistirme y me opuse al uso de ciertas palabras que insultan a nuestro idioma, pero tras pasarme dos meses sin comer... -dijo llevándose las manos al estómago-. ¡Tuve que hacer lo que me decían! ¡Ay señor Don Localizote! ¡No sabe usted cuán dura es mi vida! Mis clientes solo quieren traducciones "a la carta", no importa cuántas razones les dé yo para justificar lo inapropiado de los calcos. ¡Nunca cuentan con mi astucia!

De repente, el corazón de Don Localizote se ablandó y comenzó a sentir pena por aquel miserable ser. Para poder comer diariamente, en la mayoría de ocasiones debía pasar por el aro, como si de la principal atracción de un circo se tratara... Fue en ese mismo momento en el que decidió que nunca más se dejaría guiar por las apariencias y que intentaría no juzgar al traductor sin conocer primero al cliente. Después de todo, en el mundo de los negocios, ¡el cliente siempre tiene la razón! ¿O no?